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¿Y si se muere?

Para los que no quieran leer un post largo y a los que están listos para enviarme cuanta maldición se les ocurra, les doy la versión corta:

La gran cagada.

Para los demás (y gracias, de paso), me explico.

Ya no hay Copa América, peo en El Rodeo, Miss Venezue o Transformers 3 fuera de la pantalla venezolana que valga. Luego del jueves en la noche, hay un solo tema en la boca de todos los venezolanos: el presidente Hugo Chávez anunció que le extirparon un tumor cancerígeno y está en tratamiento.


Una semana antes, el periodista Nelson Bocaranda publicó un amplio artículo en El Universal (aquí lo pueden descargar en PDF) informando que lo del absceso pélvico que originalmente se había anunciado fue por lo que lo operaron no era del todo cierto, y fue el primero que usó públicamente la palabra “cáncer”. El presidente de la Asamblea había desmentido con vehemencia que el Presidente tuviera ese mal y fue, en mi opinión, el que quedó peor, con el diputado Saúl Ortega en segundo lugar al decir que Chávez estaría en el país “en las próximas horas” el 20 de junio, lo que obligó al ministro de Comunicaciones, Andrés Izarra, le dijera muy sutilmente que se callara la jeta.

Empezaron a hablar las voces en contra. La oposición cuestiona que el presidente Chávez esté mandando en Cuba, pidiendo que se declare falta temporal y que el vicepresidente Elías Jaua asuma para cubrir el vacío de poder, según la Constitución. Jaua muy tranquilo dice que no hay necesidad de eso, que el presidente puede estar fuera del país un máximo de 180 días –incluso que estaría aquí antes— y puede segur mandando desde donde esté –lo que sí va en contra de la Constitución, que establece que el centro de poder está en Caracas, no donde esté su Presidente.

Una vez que las mandíbulas colectivas fueron puestas de nuevo en su lugar, empezaron las especulaciones. En un artículo de opinión publicado por el Washington Post, la bloguea cubana Yoani Sánchez compara todo el hermetismo alrededor de la salud del Presidente con la que hubo en 2006 por la salud de Fidel Castro. “Acostumbrados como estamos a leer reportes médicos al revés y careciendo de confianza en diagnósticos benignos, la convalecencia de Hugo Chávez no ha pasado desapercibida en nuestro país”, escribe Sánchez. “Al igual que con Fidel Castro, los medios cubanos buscaron aliviar las preocupaciones sobre Chávez. Hasta el jueves en la noche, los detalles de su salud no se habían hecho públicos. El secretismo rodeando la cirugía realizada al presidente de Venezuela reforzó nuestra sensación que se estaba ocultando información. Como fue el caso hace cinco veranos, los reportes oficiales jugaron a distracción y subestimación. La falta de claridad sugiere que estamos reviviendo esos días paranoicos cuando una cortina de silencio fue corrida alrededor de un anciano, y no sabíamos si aún respiraba o era incapaz de seguir comandando ‘sus tropas’”.

Ah… Y no olvidemos incluir lo que salió hoy en El País de España: que si en efecto tuvo u absceso pélvico y encima se le extrajo un tumor cancerígeno, lo que nuestro Presi tiene es cáncer de sigma perforado. (El sigma es la parte final del colon.) “La segunda causa en frecuencia de absceso pélvico (una acumulación de pus en la parte baja del abdomen) en pacientes de esa edad y exceptuando la apendicitis -que es más frecuente en jóvenes-, es el cáncer de sigma”, dijo uno de los médicos consultados por El País. “La primera es la complicación de otra enfermedad frecuente en esas edades, la diverticulosis, que no es otra cosa que la aparición de pequeñas bolsas en la pared del colon que no produce síntomas. En ocasiones esos divertículos se inflaman y pueden producir la perforación del intestino grueso”. (Claro, me saca la piedra que todos los médicos consultados en el artículo se abstuvieron de dar su nombre. Ni que fueran médicos de aquí que les van a perseguir su familia, no joda.)

Yo no sé si es algo exclusivo de mandatarios militares o militaristas que la salud del presidente debe ser tratada como secreto de estado –¿qué tan avanzado estaba el cáncer del presidente paraguayo Fernando Lugo el año pasado?— pero creo que dice bastante sobre los regímenes autocráticos donde revuelve casi todo en torno a la figura de una sola persona.  Salvando las distancias –y mira que son LAS distancias— piensen en cuánto duró el gomecismo en el poder luego de la muerte del Benemérito Juan Vicente Gómez. Cuánto sobrevivió el nacionalsocialismo después que Hitler se metió un tiro.

Chávez no es ni de cerca un dictador como Gómez y muchísimo menos que Hitler, y eso lo creo de todo corazón; cualquiera que piense parecido está pelando bola de cajón y de calle. Pero no se puede negar que el Gobierno, la vida del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y aún de su tren ministerial gira en torno a él como lunas alrededor de un planeta. Cuando hay rencillas internas en el partido –y admito que esto es especulación, pues dichas rencillas se mantienen bien en secreto— es su mano la que pone orden. Cuando hay campaña para mandatarios regionales, parecía que la imagen del Presidente aparecía con mayor frecuencia que los propios candidatos, a tal grado que el Gobierno tuvo que prohibir ese uso el año pasado.

Ante ese panorama, hay que incluir algo que quizá duela admitir: Chávez es un presidente carismático como pocos. Lo que Chávez despierta no es amor, es muchas veces fanatismo, comparable en algunos casos con las obsesiones de una adolescente por el chamo que no le para o sólo se la cogió una noche. El tipo te puede tratar mal, no cumplir lo que promete, tardar en complacerte, pero basta con que te hable bonito y te medio complazca en algo y ah no, ese es Dios. “Él sí me quiere, pero está demasiado ocupado…” “Él nos ama, pero no puede estar en todos lados…”

Dicho eso, espero entiendan por qué digo que, suponiendo que Chávez no venza el cáncer que lo aqueja –y honestamente no tiene por qué no hacerlo—, esa sería la gran cagada. Igual si se mejora, la verdad.
¿Saben en dónde está la popularidad de Chávez ahorita? Dependiendo a quién le pregunten, está entre 35% y 53%. Pero supongan que el hombre se recupera. (Que honestamente eso espero.) ¿Saben lo fuerte que se va a ver al haber vencido un cáncer? Ahorita todo el Gobierno está aplicando una de “pobrecito, estemos pendientes de él”. Luego será “ay tan bello, míralo, ni el cáncer pudo con él”.

Pero ahora supongamos que el hombre empeora y muere, antes de 2012.

Si en efecto el Presidente es el único que mantiene la unidad dentro del PSUV, su ausencia haría una batalla por el poder inmediata y me atrevería a decir sangrienta (si no en el sentido literal). Las voces más prudentes y tranquilas –como el primer vicepresidente de la Asamblea y ex alcalde mayor de Caracas, Aristóbulo Istúriz, o el propio Soto Rojas—serían bien acalladas.

Pero si no, si en efecto el PSUV decide respetar los deseos de Chávez sobre quién lo sucedería en el poder (o al menos sería su abanderado en la candidatura), ese hombre –o mujer— contará con el equivalente de la bendición de un santo. Todo el mundo sabe quiénes son los más cercanos al Presidente: el diputado y ex ministro Diosdado Cabello; el ministro de Energía y Minas y presidente de Petróleos de Venezuela Rafael Ramírez; el hermano del Presidente y gobernador de Barinas, Adán Chávez; la diputada Cilia Flores; el canciller Nicolás Maduro; y por supuesto, el propio Jaua, quien en menos de dos años ha ascendido los rangos como espuma. Cualquiera de ellos podría estar listo para brincar a la candidatura sin (mucho) chistar de los otros (aunque rumores de tirrias entre Jaua y Cabello abundan en las redacciones).

Eso sí, ninguno tiene el carisma de Chávez. Su hermano habla como la maestra de Charlie Brown articulando; Jaua, con toda su habilidad para hablar no tiene el mismo toque popular del Presi, mucho menos Ramírez. Y Cabello es, sencillamente, demasiado pedante. Podrían mantenerse en el poder gracias a “la memoria de nuestro Presidente”, pero nadie se creerá que estarán ahí “hasta el dos mil siempre”.

Pero está el mientras tanto.

Este es el peor momento para hablar mal de Chávez, mi gente. Desearle mal, burlarse de su condición, rezar a que se muera… Mira, dada la profunda división que aplicó entre los venezolanos, donde el mayor peo que teníamos era broncas en un Caracas-Magallanes, son reacciones naturales. Pero como hijo de un paciente al que le detectaron células cancerígenas, ir tan en contra de un paciente de cáncer lo que hace es fortalecer la simpatía por él. Es hacer leña del árbol caído. Mala idea. O sea, ¿hablas mal de Chávez y los chavistas, y te extraña que nos tengan arrechera? Es cierto, los que lo oponemos hemos recibido coñazo, nos han quitado televisoras y radios, y ha hecho que gente como Manuel Rosales y Henrique Salas Feo reciban más publicidad de la que se merecen, amén de todo el rollo que ha habido en las cárceles, el auge de la delincuencia y una crisis habitacional que me pegó más cerca de lo que quise.

Pero si de verdad quieren salir de él, más les vale que trabajen para hacerse que ustedes se vean menos coñemadres y más como una alternativa a él. O si no, nunca se va a ir, así no esté.

Que se recupere, Presidente. Mi opción de candidato lo espera sano y salvo.

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