Bien: las elecciones llegaron y se fueron. al día siguiente, las calles por donde yo pasé parecían de un pueblo fantasma. En el trabajo reinaba un silencio absoluto, nadie quería hablar.
Y fue entonces cuando la realidad me llegó: la mayoría de este país quiere un líder como Chávez, uno que les diga qué hacer, que les dé las cosas en la boca, que sea un papá, pues. Y es ése el país en el que tenemos que vivir.
Me empecé a enfocar en lo positivo de la experiencia:
Y fue entonces cuando la realidad me llegó: la mayoría de este país quiere un líder como Chávez, uno que les diga qué hacer, que les dé las cosas en la boca, que sea un papá, pues. Y es ése el país en el que tenemos que vivir.
Me empecé a enfocar en lo positivo de la experiencia:
- La abstención llegó a su punto más bajo en casi diez años: 24,5%.
- Muchos jóvenes votaron, aunque aún no son suficientes.
- Dependiendo a quién se le crea, la elección sacó entre 37 y 43% de los votos. Aún si nos limitamos a la cifra oficial, esos son más de 4 millones de personas.
Y sobre eso hay que trabajar. Este post será más breve que los anteriores, por cuanto ya todo lo que se tenía que decir se ha dicho en otros blogs, otras publicaciones y miles de periódicos. Pero sí lo cierro con ún parafraseo de Fausto Masó, que escribió en su columna "El Método del Discurso" en El Nacional del 2 de diciembre: lo único seguro después del domingo es que llegará el lunes, luego el martes, y cuando llegue enero, que estaremos todos sin plata, más gordos y por consiguiente amargados, sí estaremos dispuestos al debate que significa la nueva situación del país.
Ah y otra cosa: hoy, mañana y siempre... ¡ME ATREVO!
Ah y otra cosa: hoy, mañana y siempre... ¡ME ATREVO!
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