Rocky Balboa fue una película que no tenía ningún derecho a ser lo buena que era.
Sylvester Stallone tiene más de 60 años y la última película de la franquicia fue un fracaso y dolía de lo mala que era. Y sin embargo, el hombre decidió hacer una más, y fue algo absolutamente brillante, con todo lo que un fanático debe esperar de una película así: un sentido del humor velado, muchas frases citables (“Eres un viejo loco”. “Tranquilo, tú llegarás allá”), un montaje de entrenamiento y por supuesto, un par de discursos apasionados.
El mejor de todos, el que se ha quedado conmigo, es uno que el viejo gladiador le dirige a su hijo (que lo interpreta Milo Ventimiglia, Peter de Héroes). Una frase en particular se quedó conmigo. “Tú, ni yo, ni nadie va a pegar tan duro como la vida. Pero no es sobre lo duro que pegas. Es lo duro que puedes recibirlo y seguir echando pa’lante. Cuánto puedas recibir y seguir caminando. ¡Así es como se gana!”
Dio la casualidad que finalmente vi Rocky Balboa recientemente, y esa frase –es lo duro que puedes recibirlo y seguir echando pa’lante— resuena tanto porque estoy pasando por una dura prueba en la actualidad. Hay errores que no deberían pagarse toda la vida, pero los pagas. Este no sé si será uno de ellos, pero ciertamente llevo cierto tiempo pagándolo. Y no sé por cuánto tiempo será.
No voy a estar aquí lloriqueando y pidiendo perdón y mareándolos con asuntos tan personales. No voy a sentarme y decir cómo me afectado mi estabilidad emocional, mi salud, mi perspectiva en la vida. No voy a mandar un mensaje a nadie. Sí voy a decir un par de cosas.
Me arrepiento profundamente de lo que hice, lo estúpido que fui, lo ciego que estaba. Pasaba por uno de los peores momentos de mi vida, y uno sencillamente se ofusca, más si uno es débil. Pero esas son explicaciones, no son excusas. Uno nunca debe perder su centro, uno siempre debe fijar su norte sin perderlo de vista, y cuando a uno le pegan más duro, ahí es cuando más esfuerzo debes hacer por pararte.
En especial buscar apoyo de la gente que te ama, y tú apoyarlos a ellos.
Algún día dejaré de pagar ese error, ya sea con una última oportunidad o con un desgarre final. Pero mi norte está fijado, y honestamente tengo mi salud por la cual preocuparme. O recibiré ese perdón, o recibiré ese coñazo.
Es hora de demostrar –y honestamente, averiguar-- cuánto puedo recibir antes de seguir echando pa’lante.
Bring it on, life.
(Esa cita es mía.)