Tus poderes de Lolita no tienen efecto sobre mí. ¡VÍSTETE!

Una compañera de trabajo me mostró sus consabidas fotoimagen-lolita-version-animes de un largo  fin de semana en Facebook. Muy rutinarias, hasta que se para en una cuyo sujeto –su pose, la poca ropa-- me llama la atención. Pareciera que no fui el único que ha tenido dicha reacción cuando ve la fulana fotico (que ya tenía cinco comentarios), pues a los cinco segundos me llega la explicación.

“Esa es la prima de una de las que estaba con nosotros”, cuenta la compañera. “Bella, ¿no?”

No pude negarlo.

“¡Tiene 16 años!”

Lo niego rotundamente. Y soy sincero. De hecho, me siento hasta avergonzado. Del tiro me retiré de la oficina.

(Sí, es en serio. Hay un límite.)

El hecho me recordó algo que viví cuando era profesor de inglés, hace unos cinco años. Los sábados en la mañana le daba clases a dos hermanitas, una de 17 y otra de 14. Ambas –la mayor en particular—estaban aparentemente decididas a un día venir en traje de baño, pues siempre traían un escote, una blusa corta, una minifalda, o cualquier combinación de las tres. Y no eran feas, las condenadas, además de buenas estudiantes y hasta simpáticas. No tengo que decirles el efecto que causaban entre la población masculina del instituto.

Y en esa misma época, había una niña también de 17 años que se vestía de forma parecida, fumaba y tenía unos dibujos muy... ejem... explícitos en su celular. No me consta, pero se rumoraba que tuvo “algo” –breve, pero no es el punto—con uno de los profesores. Uno contemporáneo conmigo.

Sé que sueno como un puritano que ciertamente no soy –sí, yo también me he buceado niñas a duras penas mayores de edad en mi vida—, pero este fenómeno de las nuevas Lolitas es una de las razones por las que tengo tanto pánico de ser padre de niñas. Cierto, una niña puede ser una de las cosas más dulces de este mundo, pero esa niña se convertirá en una adolescente que no se ve para nada como las niñas a mi edad. Quiere decir pendientes de chamos, los piercing en el ombligo (que parecen estar pasando de moda, sin embargo) y mostrar más y más piel.

Y eso no es todo: ahora sé de niñas de 14 años que le piden a sus padres operarse los senos. Menos insólito que eso son padres que de verdad lo aceptan, coño. Ya no bastan pushups ni nada de eso, no; la carajita quiere ser tetona desde ya. Esta es la misma que llegará a la playa con un diminuto hilo dental, y consideremos cómo va evolucionando dicha prenda, además esperando que sólo atraigan a los “chicos lindos” y no a “los babosos”. Sí, Luis.

Ese creo que es parte del problema. La revolución sexual está aquí; las series están mostrando más piel que nunca, hay trajes de baño por doquier en cada publicidad, e incluso las llamadas “series juveniles” se están volviendo un tanto adultas. Ejemplo: la nueva de Venevisión, Qué Clase de Amor, donde oí un parlamento que aún me deja loco (la´stima que no conseguí el video): “Tendré camisa azul, pero yo también soy mujer”. WHAT?! Procedamos a ver que hay muchas niñas en trajebaño aquí, y muchos chamos jugando básquet sin camisa, y bueno... hormonas alborotadas, gracias.

Insisto, yo no soy ningún puritano. Pero ante ese bombardeo, los chamos están queriendo experimentar el sexo cada vez más libremente y cada vez más temprano. Y bueno... lamento decirlo, pero el mundo ajetreado de hoy en día está dejando a cada vez más padres delegar algunas funciones esenciales en la televisión. Desconozco si la liberación sexual de algunas chamas sea tanta como para acercarse a su papá y preguntarle sobre sexo. Y si dicho papá podrá tolerarlo.

Podemos sentarnos a discutir además todo lo que quieran sobre valores, moral y demás, y sobre presión de pares y todo; después de todo, es bien difícil para una niña que ve no sólo a tronco de mamis en la televisión y en las revistas, sino en la vida real, muchas veces sus amigas, conseguir novio y tener toda la atención que ellas desean sólo por mostrar barriguita o manque sea el principio de un escote. A menos que se le haya desarrollado una buena autoestima, la niña (y a veces el chamo) va a ver qué están haciendo sus pares para atraer la atención del sexo opuesto y va a querer hacer lo mismo.

Y Facebook empieza a contribuir. No está llegando a los extremos de hi5, eso sí. Yo siempre he dicho que hi5 es el sitio donde los chamos buscan con quién tirar, mientras Facebook es donde buscan verdaderas amistades, novi@s o bueno, con quien tirar. Una búsqueda de fotos de mujeres entre 17 y 21 años dará un porcentaje muy grande de fotos de perfil no sólo en la playa, sino que parecieran sacadas de –cédula volando—El Diario en la Playa. Facebook aún tiene un poquito de esa imagen inocente, pero considerando algunos grupos que empiezan a aparecer por ahí eso como que no va a durar mucho más. Y muchas veces, aún no se toma la precaución de hacer los perfiles abiertos sólo para las amistades.

Todo esto hace que el prospecto de tener una hija, mientras no sea algo que rechace, sí sea algo que me llena de profundo terror. Si además consideramos que si Dios quiere, la madre de mi hija le va a heredar su belleza física (que es mucha) y su coquetería (que me encanta), se darán cuenta que sí, estoy contando los pollos mucho antes de que nazcan (coño, la gallina ni ha sido pisada por el gallo aún), pero no me deberían faltar motivos para preocuparme.

Todo, todo absolutamente todo, se remedia con una buena educación y una comunicación abierta y sincera. Y ese al final es mi gran consuelo. Parte de mi deseo de tener hijos es porque quiero pensar que tengo la habilidad de transmitir conocimientos y poder conversar con gente menor que yo. Además, considero que tuve un extraordinario ejemplo en mis padres (aunque claro, ellos no tuvieron hijas).

De modo que, como siempre digo, que sea lo que Dios quiera. Sólo espero que cuando me toque pasar por el momento en que se estén buceando a mi hija descaradamente, tenga o la calma para afrontarlo civilizadamente...

...o la habilidad para crear urticaria a distancia.

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