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El Mundial, divino escape

Venezuela está como paralizada. En ciertas horas hay menos colas, más silencio en los alrededores de los sitios públicos. Cualquiera que esté saliendo de una cueva creerá que hay día de luto nacional o algo así. Hasta que, de un centro comercial, restaurant o ciertas urbanizaciones, se viene abajo el mundo por el único grito que se dice igual en todo el mundo:

"¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!!!"

Y nuestro ermitaño dirá: "¡Ah, con razón! ¡Es el Mundial!"

Hay pocas cosas tan sabrosas para un venezolano como un Mundial de Fútbol. Es algo de lo que todo el mundo está pendiente, no importa de qué raza, clase social, sexo o edad tenga. Hay algunos que exageran la nota, y se ponen violentos (voy a hacer un esfuerzo MUY grande de no decir quiénes creo que se ponen así -- objetividad por delante), pero en general ver un partido de equipos grandes en un sitio público tiene una energía inigualable. Si estás del lado ganador, tienes la ventaja de disfrutar de manera sana del dolor ajeno. Incluso, si eres del equipo perdedor, puedes tener el consuelo de un grupo. Y el arma de doble filo: no estás pendiente de nada de lo que está pasando en el país. Chávez puede estar decre3tando leyes que te van a obligar a vestirte de mujer los domingos o algo peor, y tú sólo te vas a enterar después del 9 de julio, cuando este peo termine.

Las emociones en el Mundial son diversas a niveles a veces absurdos. Yo soy el primero que grita, brinca, se rasca (no me pinto) cuando alguno de mis equipos gana, y si gana después de largo batallar mejor aún. Pero lo que me parece sencillamente ridículo es el nacionalismo exacerbado que se agitan en esos tiempos:

No le vayas a Brasil porque los garimpeiros nos viven invadiendo.
No le vayas a Colombia por la guerrilla.
No le vayas a Irán ni a Arabia porque son terroristas.
No le vayas a Estados Unidos porque son una cuerda de yanquis.
No le vayas a España porque son hediondos. (Juro que alguien dijo me dijo esto una vez.)
No le vayas a Italia por... bueno, son demasiadas las razones que me han dado. ;-)

A ellos yo les digo: ni que fueron los garimpeiros que están jugando, viejo. Eso de mezclar deportes con política o con cualquier otra cosa, eso simplemente no me va. Tomarse demasiado en serio cualquier cosa que no sea vida o muerte es una buena manaera de acabar paraplégico por una apoplejía que te de. O en el menor de los casos, ser un ermitaño social.

Yo conocí una vez a un pana que vivía, moría, respiraba y sangraba fútbol. Era algo absurdo: iba más allá de ponerse la franela del equipo, tener el logo, saberse los nombres de los jugadores. Era de bañarse en cerveza cuando el equipo ganaba, y realmente pasar tres días amargado --amargado-- cuando perdía. Y ni si te ocurra meterte con él si eso pasaba. Una vez vi a un tipo que se burló de él cuando su equipo le gano al de él, y estuvo a un paso de partirle una botella en la cabeza. Y una vez que le quisieron hablar de su "pasión", por llamarla de alguna manera, el tipo contestó con toda su calma: "No vale, si yo me tripeo mi vaina."

¡Trozo 'e loco!

En mi caso, yo no estoy ni cerca, pero igual estoy que me escapo de la oficina o clase cuando alguno de mis equipos va jugando. Como Cines Unidos tiene una promoción para ver los juegos en alguno de sus cines están que me pican las ganas por ir. Y lo admito, me divierto un mundo cuando el equipo "enemigo" pierde.|Y hago un esfuerzo porque no se me note que el equipo mío perdió. Donde sí agarraré la madre de las arrecheras es si ése equipo "enemigo" (¡¡¡no lo voy a decir, coño!!!) llega a ganar el Munidal. Es que me escondo por cuatro años, quién los va a aguantar, ¡¡¡NOOOOO!!!

Bueno, mientras, nos gozamos nuestro Mundial. Lástima que después del 9 de julio, back to reality. Pero hasta ese entonces, estaré pendiente de que Brasil, España, Inglaterra, México o Portugal alcen esa copa.

Y que ELLOS pierdan...

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