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Es en serio: Michael Jackson se fue

michael-jackson Esto es lo que se llama “el poder de tres”. Ayer se anunciaba el deceso a los 86 años de Ed MacMahon, compañero del famoso comediante y anfitrión del programa de variedades Late Night, Johnny Carson. Hoy, el día arranca con la noticia de que Farrah Fawcett, la legendaria belleza de Los Ángeles de Charlie, perdió su lucha contra el cáncer a los 63 años.

Y el día cierra con el mayor impacto del año: Michael Jackson, el otrora “rey del pop”, el más exitoso solista desde Elvis Presley, había muerto de un paro cardíaco en su casa de Los Ángeles. Lo encontraron sin respirar en su casa, y los paramédicos trataron de resucitarlo por una hora. Nada; una de las vidas más extrañas e irreales de la historia había terminado, a dos meses de cumplir los 51 años.

Yo había dejado de escuchar su música con cualquier frecuencia en al menos 14 años, pero no miento al decir que mi vida nunca será la misma ahora que Michael Jackson se ha ido.

Cuando era joven, el fenómeno que este pana, que empezó su vida bien negrito de verdad, pelo malo y narizón y todo aunque no lo crean, apenas empezaba a despegar. Recién estaba teniendo éxito con sus hermanos Marlon, Jermaine, Tito y Jackie, tanto que hasta tuvieron su propia comiquita, algo que sólo los Beatles habían logrado para ese entonces.

Poco después, Michael se iría como solista, y ahí fue cuando yo lo empecé a escuchar por una tía apenas diez años mayor que yo que vivía con nosotros. Tenía 11 años y escuchaba a este negro de vocecita chillona y me lo tripeaba como pocos. “Off The Wall” fue una de las primeras canciones que recordaba de él.




(¿Sabían también que el hombre estuvo en una película? Pasa que no lo reconocerían hasta que abre la boca y empeiza a bailar: era en la versión musical de 1978 de El Mago de Oz llamada The Wiz, con Diana Ross. Michael era el espantapájaros. "Ease On Down The Road" era el tema principal.)




El tipo se estaba convirtiendo en un fenómeno poquito a poquito. Y de repente: Thriller, el disco. Nadie, y de verdad digo NADIE, puede comprender el impacto de este disco ahorita, y no ayuda que la edición de 25 años no fue el éxito que esperaban. Todo empezó con el doble golpe que fueron “Billie Jean” y “Beat It”, dos canciones cada una con su propia historia: la segunda por su legendario solo de guitara de Eddie Van Halen, y la primera porque durante una reunión de los Jackson 5, Michael presentó su famoso “Moonwalk”.




Luego vino el famoso (es que todo de este coño era famoso) guante de lentejuelas, el comercial de Pepsi-Cola de 1984 donde casi pierde el pelo, colaboraciones con Paul MacCartney (“The Girl Is Mine”) y, claro, el tema “Thriller”, que terminó siendo el videoclip más costoso de la historia.



Thriller dio dos sencillos más (“PYT (Pretty Young Thing)” y “Wanna Be Starting Something”) y le resultó al flaquito la bicoca de ocho Grammy en 1984 (sí, estuvo casi dos años cosechando éxitos).

Cierto, después vinieron cuatro discos más (Bad, Dangerous, HIStory y Invincible) que por supuesto, por más éxito que tuvieron todos excepto el último, nunca superaron a Thriller. Vino el cortometraje Captain EO para Epcot Center, y la película Moonwalker. Vinieron miles de cirugías que lo transformaron en una especie de ser andrógino. Vinieron sus extrañas excentricidades, como su amigo Bubbles el chimpancé, todo el rancho Neverland y la cámara hiperbárica. El matrimonio y el, ejem, sincero beso con Lisa Marie Presley. Y claro, vinieron todos sus rollos legales.

Pero es el Michael Jackson que hizo que me aprendiera toda la coreografía de “Thriller” que hizo incluso ridiculizarme hasta un punto penoso, el que hizo que me aprendiera “Bad” y “Smooth Criminal”, el que cada vez que aparecía innovaba de alguna manera o demostraba que aún tenía algo que ofrecer (digan lo que quieran, pero en su último video, “You Rock My World”, el hombre juntó a Chris Tucker, Michael Madsen y Marlon “El padrino” Brando en un videoclip). El que le dio su primer trabajo como actor a Wesley Snipes (en el video de “Bad”). El que, más allá de sus miles de rollos mentales, fue un artista consumado, que sabía cómo crear un sencillo mágico, que supo usar videos, que era un bailarín excepcional... que durante muchos años nos acompañó con buena música.

Su vida fue recortada trágicamente, y ahora sólo puedo aspirar a que finalmente encuentre la paz que seguramente lo eludió durante todos estos años. Descansa en paz, Jacko.

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