Espero que los opositores radicales que sé leen mi blog no hayan inmediatamente eliminado mi feed de sus lectores. Y espero que los chavistas que me han visitado no piensen que finalmente vi la luz. No, mi gente, sigo siendo tan opositor como siempre he sido. No estoy de acuerdo con mucho de lo que el gobierno de Hugo Chávez está haciendo con mi país, menos con los anuncios que he escuchado esta semana.
Pero que nadie se caiga a coba: Venezuela no se ha merecido la gran mayoría de sus gobiernos, al menos en el tiempo que yo tengo memoria. (Vamos a tratar de ignorar ese dicho que dice que cada pueblo tiene el gobierno que se merece.) A pesar de eso, cada gobierno nos ha dejado algo bueno, algo que debemos tratar de rescatar para asegurarnos de no retroceder jamás a lo que éramos antes.
Quiero limitarme aquí a lo que yo he percibido y no a medidores económicos o sociológicos de los que no puedo presumir conocer ya que no soy ningún experto en ello. Tampoco pretendo hacerle propaganda a lo que considero populismo o insuficiente, pues ya dije, no apoyo este gobierno. Pero tampoco soy el opositor miserable que sencillamente cree que todo lo que hace este gobierno es malo, sólo porque sí. Negar que ha hecho cosas buenas para todo el país es algo que muchísimos políticos de oposición deben tomar en cuenta para hacer una opción contraria en 2012, o sino tendremos al mismo Presidente por mucho, mucho tiempo.
- Hemos hecho un esfuerzo por entender la política. Cada elección, cada decreto, cada movida de mata y sí, lamentablemente cada cadena nos recuerda que la política se ha metido en nuestra vida como nunca antes. Queramos o no, tenemos que entender cómo se mueve la política al más bajo nivel, y hay más maneras disponibles de participar que en cualquier otro gobierno. Lo malo es que la mayoría de la gente prefiere evitar inmiscuirse en la política por lo negativo que se le adosa, lo que hace que las mismas mañas que se han venido arrastrando desde hace tanto tiempo se repitan ad nauseum. Gracias a Dios por los movimientos estudiantiles de uno y otro lado…
- La Historia vuelve a ser interesante. ¿Ezequiel Zamora? ¿Maisanta? ¿La Guerra Federal? ¿Eran estos nombres que usted conocía sin problema antes de 1998? Bien por usted. Aún nos falta mucho –aún nos quedamos ponchados con la gran mayoría de preguntas sobre guerras, fechas, próceres y demás—pero los libros de Manuel Caballero, Elías Pino Iturrieta, Rafael Arráiz Lucca e Inés Quintero compiten con best-sellers internacionales. La gente está mirando hacia atrás, ya sea para finalmente entender el presente, para desmentir lo que oyen en los anuncios oficiales o por auténtica curiosidad. Y eso es sano, por aquello de “aquellos que no entienden la Historia están condenados a repetirla”.
- Apreciamos más lo nuestro. En muchos casos, ha sido por obligación, ya sea porque la Ley Resorte ha hecho crecer la presencia de música venezolana en la radio y talento propio en televisión, o porque por las restricciones de control de cambio nos ha obligado a hacer más turismo nacional. Pero lo que descubrimos o redescubrimos fue, en muchos casos, hermoso. Huáscar Barradas se convirtió en un nombre común, la Onda Nueva volvió a sonar justo en el ocaso de la vida del maestro Aldemaro, y muchos comenzaron a saber que Venezuela era mucho más que Margarita, Puerto la Cruz, Mérida y las grandes ciudades. Claro, con ello también apareció el neofolklore, que ha fallado en más de una ocasión (favor evitar escuchar la versión de “Ladrón de tu Amor” de Gualberto Ibarreto hecha por La Puta Eléctrica), nos ha dejado sentimientos mezclados (aún no sé cómo sentirme respecto a Rafael “El pollo” Brito) o en efecto ha sido brillante (gracias a este disco, una generación entera volvió a escuchar a Simón Díaz), además de cosas muchísimo más graves.
- Más atención al periodismo. Ahora, esto admito que no queda claro si es bueno sólo para los periodistas en sí, o para el público. Y considerando que yo soy parte del gremio, es difícil decir que he sido beneficiado. Ciertamente, algunos periodistas (a veces los medios enteros) asumieron el papel que los políticos de oposición no estaban ejerciendo, y muchos los pagaron caro, bien sea con su vida (en el caso de Jorge Tortoza), el exilio (Patricia Poleo) o la pérdida de credibilidad (no pienso pisarle la manguera a un compañer@ bomber@). Pero eso ha convertido al público en una masa mucho más crítica, a la hora de escuchar noticias. Lo ideal es consultar varios medios y determinar el origen de una noticia para determinar qué fue lo que realmente pasó, pero la cantidad de gente que sigue un medio ciegamente no se va a mantener así toda la vida.
- El mundo es un misterio un poco menor. Entre los rollos con el gobierno de George W. Bush, las alianzas con los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y, por supuesto, Cuba, la relación amor/odio con Colombia, el drama camino al Consejo de Seguridad en la ONU en 2006, los guiños que a veces salen para las FARC (que casi nos cuesta caro a todos)… Pareciera que al fin entendemos que Venezuela no es una isla en este mundo, y de manera parecida con los historiadores, ahora también los internacionalistas tienen su momento de brillo, como Julio César Pineda, Fernando Gerbasi, Elsa Cardozo, Maruja Tarre y tantos otros. El hecho que hayamos estado en medio de una de las elecciones estadounidenses más importantes contribuyó a tratar de entender este mundo y nuestro papel en él un poquito más.
- Tenemos un poco más de conciencia social. Nos falta mucho, pero tenemos diez años en que las necesidades de los pobres están mucho más presentes en nuestra vida. Más que nada, comenzamos a comprender que durante demasiados años, las clases más desvalidas de nuestro país no han visto sus peticiones cumplidas por los gobiernos, y aún suponiendo que éste no lo ha hecho por completo, ciertamente tienen un mandatario que les habla de tú a tú. Llámense medidas populistas, limosnas o manipulaciones, pero las misiones funcionan en un nivel básico, pues les está dando la atención que habían recibido de manera deficiente (por decir lo menos) en el pasado. (Y no estoy debatiendo si proveen el mejor servicio o no; simplemente, que lo proveen.) Adicionalmente, la Ley de Servicio Comunitario del Estudiante de Educación Superior ha sido considerada una de las pocas leyes que trae un auténtico beneficio a todos los involucrados pues acerca a las generaciones futuras a las necesidades de los más pobres de su ciudad, lo que podría convertirse en profesionales más socialmente conscientes en un futuro. Por supuesto, esto nos trae a la figura eterna de “papá estado” que yo tanto he criticado, pero eso es algo para otro día.
- Los radicales: una especie en extinción. En mi familia hay un miembro que debe haber en TODA familia. Es el que te llama a decirte “ya va a caer”, o “de esta la ganamos”, o “nos hicieron trampa”. Que está convencida que Chávez está en el poder a punta de trampa y terror. Que por él no debe votar ni su familia. Otro, a pesar de todo el trabajo que ha pasado, no puede creer que no haya más miembros de la familia apoyándolo. Pero aún así, cuando este familiar chavista fue agredido por una oposicionista tan radical como él, los más moderados salieron a defenderlo. Lo mismo se puede decir del resto del país, en especial después de lo que se vivió el 11 de abril de 2002, el año donde todos los radicales estaban de frente. Ahí vimos la consecuencia de tanto radicalismo. Ver las cosas en blanco y negro no nos han dado resultado; afortunadamente, los que queremos ver los matices de gris estamos empezando a hacernos escuchar.
- En esencia, somos democráticos. Métanselo en la cabeza: Chávez no es un dictador. Fidel Castro es un dictador; Robert Mugabe es un dictador; Aleksandr Lukashenko es un dictador, en mi opinión particular; pero Hugo Chávez Frías no. Chávez lo que sería, según Teodoro Petkoff, es un autócrata, alguien que concentra todo el poder en sus manos, pues considera que él y sólo él puede dirigir una nación. Y gústenle o no, el hombre ha ganado casi todas las elecciones a las que se ha presentado. Y con una sola excepción, los venezolanos han acudido a votar. Eso, que parece tan simple, conlleva una gran verdad: nosotros no queremos vivir algo ni parecido a los que teníamos en 1958, cuando sí había un dictador en el poder, cuando la gente no podía alzar la voz en contra del gobierno sin que fuera muerto enseguida. Cierto, aquí se alza uno en contra del gobierno y enseguida es agredido verbalmente, pero aún se puede hablar. No me digan que no, por favor.
Si hay algo más de lo que me he olvidado, favor dejarlo en los comentarios. Pero quisiera contribuir un poco a que se dejen las posiciones inamovibles, que se vea que aún en un país tan polarizado hay lugar para poder ver lo bueno del contrario, y que no hay necesidad de llamarlo “enemigo” por eso. Quiero oir sus opiniones, que me digan que estoy loco, que sí, que es así como se debe pensar, lo que sea. Pero por Dios, hablemos.
Es verdad, son algunos aspectos positivos de esta gestión de gobierno, tienes razón en todos y cada uno de los puntos que expones. Pero, ¿es eso suficiente para justificar 10 años de gobierno? Mi posición es que no podemos conformarnos con decir "pero hay cosas buenas, podríamos estar peor".
Tal vez sí podríamos estar peor, pero también podríamos estar muchísimo mejor, y eso es lo que me molesta de sobremanera con respecto a este gobierno. Me molesta que con tanto dinero que se ha movido en lo que llaman "la época de las vacas gordas" cuando el petróleo estuvo por los cielos, no se haya hecho lo necesario para garantizar un nivel de vida aceptable para todos los venezolanos, todo en pro de un movimiento egoísta y utópico. Es mi muy humilde opinión. Saludos!
¡Es mi punto precisamente! Nos hemos enfocado tanto en lo negativo (los que nos oponemos al gobierno) que no nos hemos detenido a analizar lo postivo. ¿Y cómo nos vamos a oponer efectivamente si no reconocemos eso? Por supuesto que con esto no justifico ni un poquito todo lo malo --y mira que hay bastante de dónde escoger-- pero creo que no se ha analizado desde este punto de vista. ¡Gracias por el comentario, panita!