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¿Estamos jodidos?

La pregunta ha estado en mi mente, mi boca y mi Twitter muchas veces las últimas semanas, persistente como un barro. Y no es en el sentido jocoso, pesismista o árbitro de tribuna. Es porque realmente el país me obliga a preguntármelo cada vez más. Por miedo, por curiosidad, por intención de conseguir alguna solución.

Olvídense del hecho que tenemos un Gobierno que controla cada poder público y lo controlará aún después de ido Maduro, Diosdado, Cilia y la basura que es Pedro Carreño. Eso, si acaso, tiene alguna solución, quizá muchos años más allá en el tiempo, pero la tiene. Porque eventualmente la oposición será gobierno y, muy poco a poco, irán sustituyendo los funcionarios que pululan en los círculos públicos y los convierten en una fuente de lentitud y/o enriquecimiento ilícito.

Yo hablo de nosotros.

Sí, el venezolano común me tiene mucho más preocupado que la cuerda de inútiles que nos gobiernan. ¿Por qué?

Porque es el que prefiere hacer una cola en las escaleras mecánicas del metro que subir por las escaleras.

Porque es el que prefiere pagarle al fiscal que pagar la multa.

Porque no le importa quedarse atravesado en una calle con semáforo con tal no esperar treinta segundos más a que el semáforo vuelva a cambiar. Y de paso le toca corneta a que está delante si se le ocurre hacerlo.

Porque no quiere ofrecer alquiler una casa que no usa con tal que no se la invadan (con cierta razón), así sea una familia que perdió su casa en Vargas (true story).

Porque paga noventa bolos para hablar por teléfono o a todo gañote con quien tiene al lado, en vez de ver la película (“¿y me vas a mandar a callar? ¡No seas marico!”)

Porque está dispuesto a calarse dos horas de cola en un Mercal porque “y qué vamos a hacer”.

Porque “diez es nota y lo demás es lujo”.

Porque cree que “los hombres no lloran” contribuye a la sociedad.

Porque desconecta la red del banco a la hora de comida porque él tiene que comer, los demás que se jodan.

Porque le dice a los clientes que le faltan papeles o tiene que ser en otra sede con tal de no llenar el papeleo él.

Porque “ya caminar hasta allá son 2.000 bolos, después vemos cuánto es lo del carro” (true fucking story).

Porque sí, se para bien temprano para ir a trabajar y mantener a sus muchachos, pero se presenta la oportunidad de colearse…

Porque un chamo la mitad de tu tamaño está asaltando a la señora que está enfrente de ti y te haces el loco.

Porque reclama que la comida está carísima pero se gasta 7.000 en un celular, 2.000 en un par de zapatos, 10.000 en un Nintendo DS, etc., calladit@ la boca.

Porque la idea de hacer “carpool” –que varios que tienen carro se alternen para buscar a los demás, para que haya menos carros en la calle—es una locura que nunca debe mencionarse.

Porque te escandalizas por la corrupción pero si puedes pagarle a alguien que te acelere el trámite del pasaporte está bien.

Porque se queja del tamaño de la cuenta de la luz pero deja el aire acondicionado prendido todo el día.

Porque no te pasa nada en las piernas pero subes un piso por el ascensor. UN. PUTO. PISO.

Porque te ríes de la viveza criolla hasta que eres víctima de ella, entonces sí es coñemadrismo.

Porque te quejas de lo lindo en Twitter, pero en el mundo real calladito.

Porque aplaudes al vivo y al honesto lo llamas pendejo.

Porque los chamos nunca salen de un encierro, y claro, cuando crecen en una ciudad que de vaina conocen, no les cuesta nada decir “me iría demasiado”.

Porque reclamas que el chavista sólo ve VTV, pero hasta ahora no cambiabas Globovisión pero ni en comerciales.

Porque los talibanes son malos de ese lado, pero de este son necesarios.

Porque insistimos en buscar a un Mesías, a uno solito que resuelva este peo. Con tal que no seamos todos nosotros juntos. Porque, “¿juntos? Yo con aquel ni a la esquina”.

Si me faltó alguno díganme en los comentarios, pero en serio, ya basta de pensar que porque estén los chavistas en el poder es que estamos como estamos. Estamos como estamos porque nosotros mismos no hemos cambiado en años. Eso que dijo Albert Einstein –“Pensar que obtendremos resultado distintos con los mismos métodos es de necios”—no aplica para nosotros. “Ay pero es que somos así, qué vamos a hacer”.

¿Ah entonces sí estamos jodidos?

Ustedes díganme.

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Lo BUENO que nos ha dejado este gobierno

Espero que los opositores radicales que sé leen mi blog no hayan inmediatamente eliminado mi feed de sus lectores. Y espero que los chavistas que me han visitado no piensen que finalmente vi la luz. No, mi gente, sigo siendo tan opositor como siempre he sido. No estoy de acuerdo con mucho de lo que el gobierno de Hugo Chávez está haciendo con mi país, menos con los anuncios que he escuchado esta semana.

Pero que nadie se caiga a coba: Venezuela no se ha merecido la gran mayoría de sus gobiernos, al menos en el tiempo que yo tengo memoria. (Vamos a tratar de ignorar ese dicho que dice que cada pueblo tiene el gobierno que se merece.) A pesar de eso, cada gobierno nos ha dejado algo bueno, algo que debemos tratar de rescatar para asegurarnos de no retroceder jamás a lo que éramos antes.

Quiero limitarme aquí a lo que yo he percibido y no a medidores económicos o sociológicos de los que no puedo presumir conocer ya que no soy ningún experto en ello. Tampoco pretendo hacerle propaganda a lo que considero populismo o insuficiente, pues ya dije, no apoyo este gobierno. Pero tampoco soy el opositor miserable que sencillamente cree que todo lo que hace este gobierno es malo, sólo porque sí. Negar que ha hecho cosas buenas para todo el país es algo que muchísimos políticos de oposición deben tomar en cuenta para hacer una opción contraria en 2012, o sino tendremos al mismo Presidente por mucho, mucho tiempo.

  • Hemos hecho un esfuerzo por entender la política. Cada elección, cada decreto, cada movida de mata y sí, lamentablemente cada cadena nos recuerda que la política se ha metido en nuestra vida como nunca antes. Queramos o no, tenemos que entender cómo se mueve la política al más bajo nivel, y hay más maneras disponibles de participar que en cualquier otro gobierno. Lo malo es que la mayoría de la gente prefiere evitar inmiscuirse en la política por lo negativo que se le adosa, lo que hace que las mismas mañas que se han venido arrastrando desde hace tanto tiempo se repitan ad nauseum. Gracias a Dios por los movimientos estudiantiles de uno y otro lado…
  • La Historia vuelve a ser interesante. ¿Ezequiel Zamora? ¿Maisanta? ¿La Guerra Federal? ¿Eran estos nombres que usted conocía sin problema antes de 1998? Bien por usted. Aún nos falta mucho –aún nos quedamos ponchados con la gran mayoría de preguntas sobre guerras, fechas, próceres y demás—pero los libros de Manuel Caballero, Elías Pino Iturrieta, Rafael Arráiz Lucca e Inés Quintero compiten con best-sellers internacionales. La gente está mirando hacia atrás, ya sea para finalmente entender el presente, para desmentir lo que oyen en los anuncios oficiales o por auténtica curiosidad. Y eso es sano, por aquello de “aquellos que no entienden la Historia están condenados a repetirla”.
  • Apreciamos más lo nuestro. En muchos casos, ha sido por obligación, ya sea porque la Ley Resorte ha hecho crecer la presencia de música venezolana en la radio y talento propio en televisión, o porque por las restricciones de control de cambio nos ha obligado a hacer más turismo nacional. Pero lo que descubrimos o redescubrimos fue, en muchos casos, hermoso. Huáscar Barradas se convirtió en un nombre común, la Onda Nueva volvió a sonar justo en el ocaso de la vida del maestro Aldemaro, y muchos comenzaron a saber que Venezuela era mucho más que Margarita, Puerto la Cruz, Mérida y las grandes ciudades. Claro, con ello también apareció el neofolklore, que ha fallado en más de una ocasión (favor evitar escuchar la versión de “Ladrón de tu Amor” de Gualberto Ibarreto hecha por La Puta Eléctrica), nos ha dejado sentimientos mezclados (aún no sé cómo sentirme respecto a Rafael “El pollo” Brito) o en efecto ha sido brillante (gracias a este disco, una generación entera volvió a escuchar a Simón Díaz), además de cosas muchísimo más graves.
  • Más atención al periodismo. Ahora, esto admito que no queda claro si es bueno sólo para los periodistas en sí, o para el público. Y considerando que yo soy parte del gremio, es difícil decir que he sido beneficiado. Ciertamente, algunos periodistas (a veces los medios enteros) asumieron el papel que los políticos de oposición no estaban ejerciendo, y muchos los pagaron caro, bien sea con su vida (en el caso de Jorge Tortoza), el exilio (Patricia Poleo) o la pérdida de credibilidad (no pienso pisarle la manguera a un compañer@ bomber@). Pero eso ha convertido al público en una masa mucho más crítica, a la hora de escuchar noticias. Lo ideal es consultar varios medios y determinar el origen de una noticia para determinar qué fue lo que realmente pasó, pero la cantidad de gente que sigue un medio ciegamente no se va a mantener así toda la vida.
  • El mundo es un misterio un poco menor. Entre los rollos con el gobierno de George W. Bush, las alianzas con los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y, por supuesto, Cuba, la relación amor/odio con Colombia, el drama camino al Consejo de Seguridad en la ONU en 2006, los guiños que a veces salen para las FARC (que casi nos cuesta caro a todos)… Pareciera que al fin entendemos que Venezuela no es una isla en este mundo, y de manera parecida con los historiadores, ahora también los internacionalistas tienen su momento de brillo, como Julio César Pineda, Fernando Gerbasi, Elsa Cardozo, Maruja Tarre y tantos otros. El hecho que hayamos estado en medio de una de las elecciones estadounidenses más importantes contribuyó a tratar de entender este mundo y nuestro papel en él un poquito más.
  • Tenemos un poco más de conciencia social. Nos falta mucho, pero tenemos diez años en que las necesidades de los pobres están mucho más presentes en nuestra vida. Más que nada, comenzamos a comprender que durante demasiados años, las clases más desvalidas de nuestro país no han visto sus peticiones cumplidas por los gobiernos, y aún suponiendo que éste no lo ha hecho por completo, ciertamente tienen un mandatario que les habla de tú a tú. Llámense medidas populistas, limosnas o manipulaciones, pero las misiones funcionan en un nivel básico, pues les está dando la atención que habían recibido de manera deficiente (por decir lo menos) en el pasado. (Y no estoy debatiendo si proveen el mejor servicio o no; simplemente, que lo proveen.) Adicionalmente, la Ley de Servicio Comunitario del Estudiante de Educación Superior ha sido considerada una de las pocas leyes que trae un auténtico beneficio a todos los involucrados pues acerca a las generaciones futuras a las necesidades de los más pobres de su ciudad, lo que podría convertirse en profesionales más socialmente conscientes en un futuro. Por supuesto, esto nos trae a la figura eterna de “papá estado” que yo tanto he criticado, pero eso es algo para otro día.
  • Los radicales: una especie en extinción. En mi familia hay un miembro que debe haber en TODA familia. Es el que te llama a decirte “ya va a caer”, o “de esta la ganamos”, o “nos hicieron trampa”. Que está convencida que Chávez está en el poder a punta de trampa y terror. Que por él no debe votar ni su familia. Otro, a pesar de todo el trabajo que ha pasado, no puede creer que no haya más miembros de la familia apoyándolo. Pero aún así, cuando este familiar chavista fue agredido por una oposicionista tan radical como él, los más moderados salieron a defenderlo. Lo mismo se puede decir del resto del país, en especial después de lo que se vivió el 11 de abril de 2002, el año donde todos los radicales estaban de frente. Ahí vimos la consecuencia de tanto radicalismo. Ver las cosas en blanco y negro no nos han dado resultado; afortunadamente, los que queremos ver los matices de gris estamos empezando a hacernos escuchar.
  • En esencia, somos democráticos. Métanselo en la cabeza: Chávez no es un dictador. Fidel Castro es un dictador; Robert Mugabe es un dictador; Aleksandr Lukashenko es un dictador, en mi opinión particular; pero Hugo Chávez Frías no. Chávez lo que sería, según Teodoro Petkoff, es un autócrata, alguien que concentra todo el poder en sus manos, pues considera que él y sólo él puede dirigir una nación. Y gústenle o no, el hombre ha ganado casi todas las elecciones a las que se ha presentado. Y con una sola excepción, los venezolanos han acudido a votar. Eso, que parece tan simple, conlleva una gran verdad: nosotros no queremos vivir algo ni parecido a los que teníamos en 1958, cuando sí había un dictador en el poder, cuando la gente no podía alzar la voz en contra del gobierno sin que fuera muerto enseguida. Cierto, aquí se alza uno en contra del gobierno y enseguida es agredido verbalmente, pero aún se puede hablar. No me digan que no, por favor.

Si hay algo más de lo que me he olvidado, favor dejarlo en los comentarios. Pero quisiera contribuir un poco a que se dejen las posiciones inamovibles, que se vea que aún en un país tan polarizado hay lugar para poder ver lo bueno del contrario, y que no hay necesidad de llamarlo “enemigo” por eso. Quiero oir sus opiniones, que me digan que estoy loco, que sí, que es así como se debe pensar, lo que sea. Pero por Dios, hablemos.

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Prestado

Yo rara vez abro las presentaciones de PowerPoint que son tan populares de enviar por ahí. Pero muy de vez en cuando, abro uno que siento que valió la pena. Este fue uno de esos casos. Me pareció tan bueno, que copié su texto y lo pasé para acá. Inmediatamente también lo envié a varios de mis contactos. Pero tiene un mensaje que considero que debe hacerse público. Mucho les agradeceré que lean, comenten, reflexionan, y si se ofenden, les ruego que me disculpen. Pero "el que se pica es porque es y come".

“SE NECESITA MATERIA PRIMA PARA CONSTRUIR UN PAIS”

La creencia general es que Lusinchi no servía, como así tampoco Pérez y Caldera. Hoy se dice que Chávez no sirve, pero, quienquiera que venga después de Chávez, tampoco servirá para nada.

Por eso estoy empezando a sospechar que el problema no está en lo ladrón y corrupto que haya sido Carlos Andrés Pérez, o en lo autocrático que es Chávez.

El problema está en nosotros, nosotros como PUEBLO, nosotros como materia prima de un País. Porque pertenecemos a un país donde la “VIVEZA CRIOLLA" es moneda valorada tanto o más que el dólar.

Un país donde hacerse rico de la noche a la mañana es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo, basada en valores morales y respeto por los demás.

Pertenecemos a un país donde, lamentablemente, los periódicos jamás podrán venderse como se venden en otros países, es decir, poniendo unas cajitas en las aceras donde uno paga por un solo periódico Y SACA UN SOLO PERIÓDICO DEJANDO LOS DEMÁS DONDE ESTÁN.

Pertenecemos un país donde los lugares de trabajo son, entre otras cosas, las papelerías particulares de sus empleados deshonestos que llevan a su casa, como propias, hojas de papel, lapiceras, bolígrafos, lápices, marcadores y todo lo que pueda hacer falta para la tarea de sus hijos.

Pertenecemos a un país donde la gente se siente triunfante si consigue colgarse del cable del vecino y donde la gente “inventa’’ a la hora de llenar sus declaraciones, para pagar menos impuestos, o directamente para no pagarlos.

Pertenecemos a un país donde la impuntualidad es un hábito, donde los directivos de las empresas no generan capital humano, donde las personas tiran basura en las calles y luego reclaman al gobierno porque las calles están sucias o se tapan las alcantarillas, donde no existe la cultura por la lectura y donde no hay conciencia ni memoria política, histórica o económica.

Donde nuestros diputados trabajan dos días al año (y cobran todos los demás como altos ejecutivos) para aprobar una reforma fiscal al vapor, que lo único que hace es hundir al que no tiene, joder al que tiene poco y beneficiar sólo a unos pocos.

Pertenecemos a un país donde las licencias de conducir y los certificados médicos se pueden "comprar", sin hacer ningún examen.

Un país donde puede subir una persona de edad avanzada, una mujer con un niño en brazos, o algún minusválido y la persona que viene sentada en el asiento especial para estas personas se hace la dormida para no dárselo y si alguien le reclama se levantará pero para dar un golpe o decir una mala palabra.

Un país en el cual la prioridad de paso es para los chóferes y no para el peatón. Un país donde su gente está llena de faltas, a las que ignora, pero que disfruta criticando a sus gobernantes.

Mientras más le diga rata a Pérez, mejor soy yo como persona, pese a que apenas ayer me consiguieron todas las preguntas del examen de matemáticas de mañana.

Mientras más le diga autócrata a Chávez, mejor soy yo como Venezolano, a pesar de que apenas esta mañana estafé a mi cliente a través de un fraude, lo que me ayudó a pagar algunas deudas.

No, No, No. ¡¡¡YA BASTA!!!

Como “Materia Prima” para un país serio, tenemos muchas cosas buenas, pero nos falta muchísimo para ser los hombres y mujeres que nuestro País realmente necesita.

Esos defectos, esa alardeada “VIVEZA CRIOLLA" congénita, esa deshonestidad en pequeña escala que después crece y evoluciona hasta convertirse en casos de escándalo, esa falta de calidad humana, más que Lusinchi, Pérez, Caldera o Chávez, es lo que nos tiene real y francamente mal, porque éstos no han sido ni más ni menos que nuestros presidentes, óigase y entiéndase bien, NUESTROS PRESIDENTES, nacidos aquí y no en otra parte.

Lo siento. Porque, aunque Chávez renunciara hoy mismo, el próximo presidente que lo suceda tendrá que seguir trabajando con la misma materia prima defectuosa que, como pueblo, somos nosotros mismos. Y no podrá hacer nada.

No tengo ninguna garantía de que alguien lo pueda hacer mejor, pero mientras nadie señale un camino destinado a erradicar primero los vicios que tenemos como pueblo, nadie servirá.

No sirvió Lusinchi, ni Pérez, ni Caldera, no sirve Chávez, ni servirá el que venga. ¿O qué?...

¿Es que necesitamos traer a un dictador, para que nos haga cumplir la ley por la fuerza y a los palos?

Aquí hace falta otra cosa, algo más que “cacerolazos” o “marchas”. Y mientras esa "otra cosa" no empiece a surgir desde abajo hacia arriba, o desde arriba hacia abajo, o del centro para los lados, o como quieran, seguiremos igualmente condenados, igualmente estancados... igualmente sumergidos!!!

Es muy bueno ser venezolano. Pero cuando esa Venezolaneidad autóctona empieza a hacerle daño a nuestras posibilidades de desarrollo como Nación, ahí la cosa cambia...

No esperemos a prenderle una velita a todos los Santos, a ver si nos manda un Mesías. Si nosotros tenemos que cambiar, un presidente diferente, con los mismos Venezolanos, no se podrá hacer nada.

Está muy claro... Somos nosotros los que tenemos que cambiar.

Ahora, después de este mensaje, francamente he decidido buscar al responsable, no para castigarlo, sino para exigirle (sí, exigirle) que mejore su comportamiento y que no se haga el que no oye, el que no entiende.

Sí, he decidido buscar al responsable...

ESTOY SEGURO QUE LO ENCONTRARÉ...
APENAS ME MIRE EN EL ESPEJO.

Ahí estará, NO NECESITO BUSCARLO EN OTRO LADO.

Y TÚ, ¿que piensas?......

¡¡¡¡¡REFLEXIONA CARAJO!!!!!


Por mi parte, si logro que UNA persona que haya leído este post medio cambie su actitud, ya seré feliz.

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