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Los Tres Momentos (y uno de ñapa)

Por diversas circunstancias, hoy recordé una conversación que tuve con un taxista camino a un rumbo que no quiero acordarme.

Era un chamo de 37 años (sí, a esa edad uno aún es chamo, y a los 40 también), y era por estas fechas, porque recuerdo que empezamos a hablar de hijos y paternidad. Empezamos riéndonos porque su hija le había regalado una cartera semanas antes, y el pobre iluso pensó que le iba a salir doble regalo. Cuando la niña –“una tarajalla de diez años, tan alta como yo, salió a mi esposa, que también es una caballota”—no le entrega nada el propio Día del Padre, ella se defiende diciendo que “mamá no me dio plata”.

Al saber que tiene diez años, le confieso que yo a la vez quisiera tener una hija –UNA—y a la vez hay pocas cosas que me aterren tanto. Yo siempre me he caracterizado por ser muy protector: de mis amigas, de mis novias, de mi esposa, carajo, hasta de extrañas en la calle cuando algún animal le dice algo al pasarle al lado. Entonces tener una hija implica un nivel más alto de protección, porque mientras que con amigas uno lo hace por caballerosidad, con las novias por caballerosidad y la esperanza de sexo por agradecimiento, y con las esposas por caballerosidad, sexo por agradecimiento, deber y bueno, porque no nos queda otra, con una hija es deber y amor puro y sencillo. Le comento a mi taxista que por eso temo la llegada de Los Tres Momentos, esos instantes de la vida del padre de una hembra que te das cuenta que tu linda bebita, que hace nada usaba colitas a los lados de la cabecita y usaba faldita está por convertirse en mujer. Saben cuáles son, si son de esos padres; vienen acompañados de estas tres frases:

  • “¿Papi, cómo me queda esta falda/traje baño?” (Seguido por una pose en una prenda que (en el caso A) deja algo a la imaginación, pero no mucho, y (en el caso B) tiene menos algodón que una botella de aspirina.)
  • “Papi, ya vengo, que voy a salir un rato”. (Usando la anteriormente mencionada prenda A.)
  • “Papi, te presento a mi novio”. (Que probablemente conoció usando la prenda B.)

El chofer se ríe, pero esa risa que uno sabe que cualquiera de esos momentos puede llegar en los próximos cinco años –quizá menos. “Al ser tan alta”, me cuenta, “se la pasa con las amigas de sus primas mayores, las que tienen quince años o más. Entonces me preocupa que me la vayan a sonsacar. Sus compañeros ya me dicen suegro, a veces. Ella llega y se mete con ellos, y me dice, ‘mira papá, este te está diciendo suegro’, y yo me meto con ellos. Pero igual…”

Su tono cambió ligeramente mientras me echa el siguiente cuento. “Píllate esto: el otro día ando echándome una partida de dominó por allá en [nombre de pueblo en Miranda que no recuerdo] con los panas. Dos de la mañana. Y de repente alguien me abraza por detrás y me dice ‘¡Tiiiiioooo!’ Volteo, y es la sobrina mía, con unos amigos. Yo me le quedo mirando, veo el reloj, y le digo, ‘Muchacha, '¿y qué haces tú, con 17 años, por ahí a las dos de la mañana?’ Se molestó, y al día siguiente se lo cuenta a la mamá, mi hermana. No te pierdas esta vaina: al día siguiente la mamá me llama y me dice: ‘Mira, ¿qué haces tú rayando a mi hija por ahí? Yo le di permiso que saliera, tú no eres su papá para que le estés preguntando que qué hace ella afuera a esta hora”.

Tomó aliento, y siguió contando. Yo a la vez no podía creer lo que escuchaba ni tampoco me extrañaba; me acordé mucho de esta caricatura. “Ahí le monté la cruz. Le dije, ‘mira, si esa carajita sale preñá, o muerta, o anda de puta tirando por ahí, y encima la dejas, ese no es peo mío. Yo lo que hice fue preguntarle que qué hacía por ahí a esa hora, más nada. Lo único que te voy a agradecer es que no se acerque a mi hija’. Y más nunca, ya ni va a las reuniones, ‘porque lo único que hacen es criticar a mi hija’. La carajita tiene su cuerpecito y tal, pero ya anda con un novio ahí medio malandrito. Hasta amenazó al papá, un día que le reclamó que anduviera con semejante malandro; le dijo ‘oye papá, pero cómo se te ocurre, ¿qué haces si se entera que le estás diciendo así, y viene a reclamarte?’ Mira, hermano, esa es la raya de la familia, en serio”.

El resto del camino anduvimos en silencio, yo con una mezcla de orgullo y pena que el hombre se haya expresado tan abiertamente con un taxista –otro momento en que me di cuenta que no erré mi vocación—, él sin duda preocupado porque su hija terminara así. En un país donde tener 17 años en ciertas zonas del país es ya acercarte al final de tu vida, justo cuando empieza, y donde las mujeres se activan sexualmente cada vez más temprano (¿quién le decía a ese pobre hombre que su hija no había empezado ya? Ciertamente yo no), era imposible para él no preocuparse. Antes de dejarme en mi destino, compartió su perla de sabiduría paternal: “Yo le digo, ‘dedícate a tus estudios y a ser buena persona. El novio vendrá cuando tengas tiempo para buscar novio y tengas la conciencia de lo que es un novio’. Y bueno, espero que me salga buena, pues”.

Lo que hizo acordarme de esa conversa –de hecho me impresiona que la haya recordado tan bien—fue algo totalmente distinto. Estaba sentado en un café, cuando empiezo a escuchar la pareja detrás de mí en acalorada discusión. Yo me esforzaba por poder estar con Stephen King y mi café, pero era tan airada la diatriba que aún los consejos de escritura del maestro de lo macabro se quedaban cortos. Esa discusión la recuerdo menos que la de mi amigo el taxista, pero sí recuerdo las frases “Bueno, tú me tienes arrechera por lo que pasó, pues yo te tengo más arrechera a ti por lo que hiciste”, o “¿Ah entonces me estás diciendo que no tenemos vuelta atrás, Pía? ¿Es eso lo que me dices? ¿Que ya la cagamos?”, además de las palabras “abogado”, “separación” y “ajuste de cuentas”. Y esta no era una pareja de noviecitos; eran personas en sus cuarenta largos, quizá hasta cincuenta, en el caso de él. Luego de varios minutos sólo escuché la silla de él moverse y él mismo irse furioso, lo que me dio cierto nivel de alivio pues estaba casi seguro que iban a llegar a las manos.

Vi en ese momento un matrimonio derrumbarse de manera muy pública, a la vez que recordaba un hombre tratando de asegurar al producto de otro que parecía haber prosperado. Los dos eventos me hicieron darme cuenta, una vez más, de lo frágiles que son las relaciones humanas, del gran amor que pueden tenerse en un momento que puede derrumbarse años, meses o hasta días después (en ese caso, nunca fue amor). Y así añadí otro Momento a los tres originales, uno que sí  espero nunca llegue a escuchar:

“Papi, ¿mamá y tú se van a separar?”

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Nadie entrega mejor... CUANDO LES DA LA @#$%& GANA

Es triste -- triste-- cuando una de mis compañías favoritas comienza a decaer lenta pero seguramente, aunque para ser absolutamente justos, es una sola tienda. Por eso, atención Caracas: hay una tienda de Domino's Pizza que está PATÉTICA.

Hoy fue el único día del mes que pude tomarme libre. Mis días libres los dedico no tanto a descansar, sino a hacer diligencia. Por consiguiente, hay que medir el tiempo con cuidado. Mala idea en este país, donde muchas veces hay que depender de las personas menos confiables.
Bien. Respiro profundo. Implicaba uno de los viajes llevar a mi novia en su carro a su universidad para que pagara el semestre.

Llegué a las 11:30, pero ella tenía hambre, entonces decidimos mejor ir a la tarde después de almorzar. Eso debía ser a las 2. Ergo, para ganar tiempo, a las 12:35 pedimos la pizza. A Domino's de La California.
Mi primera señal de alarma debió ser que cuando le dije a la muy ladillada operadora que iba a pagar con tarjeta, la señorita hizo una expresión de preocupación. Aunque en realidad debió ser hace mucho tiempo, cuando me hicieron la gracia de traerme la pizza veinte minutos tarde "porque sólo tenemos un motorizado". Eso fue hace un año, más o menos, y otra vez hace cuatro meses. Un rayo no cae dos veces en el mismo lugar; mucho menos tres, ¿verdad?

Nos sentamos a esperar. Ya no llovía como en la mañana; hacía un sol hermoso. En ningún momento me dijeron que la traerían en más de 35 minutos. Esperamos. 1:10. Ya se pasaron un poquito de la hora. Vamos a darles cinco minutos más. Pasaron diez minutos. Nada que llega. Llamo.

"Gracias por llamar y preferir a Domino´s Pizza La California. Arma tu equipo, y disfruta de la Eurocopa con Domino's. Compra tres y paga dos. Así todos ganamos. Les habla (¿Yusleidy?), ¡en qué lo puedo ayudar?"


Esto dicho con todo el entusiasmo de una vaca preñada y con reumatismo. Lamento la vida que tiene que llevar. ¿Cuántas veces al día tendrá que repetir esa vaina? Pero ahora no quiero compadecerla. Quiero mi pizza.


"Señorita, buenas, yo pedí una pizza hace un poco más de media hora", digo. "¿Podría averiguar qué pasó?" Me pide mis datos. Se los doy. Verifica mi pedido. "Señor, ya su pedido salió. Debe llegar en breve."

"¿Pero por qué se está tardando?"


"Ay señor, es que sólo tenemos un motorizado."
What? ¡Pero si ya eso lo esuché yo hace un año! Tal cual se lo hago saber. Y la niña hizo lo peor que puede hacer alguien que atiende un cliente: dijo la verdad. "Ay señor, disculpe, es que los jueves y los viernes nos faltan los demás, y sólo viene uno..."

Mi silencio habló volúmenes.


Cuelgo, y esperamos. Una y veinte. Una y media. Una y cuarenta. UNA Y CUARENTA Y CINCO. Una fiera hambrienta los vuelve a llamar. Juré que si me volvía a cantar la retahila iba a llegarme hasta allá y hacerle tragar servilletas. Por suerte, ni me atendió ella, ni soltó toda su retahila. Fue un sencillo "Gracias por llamar a Domino's Pizza..."

"Señorita, buenas tardes. Yo pedí una pizza hace UNA HORA Y MEDIA.
¡UNA HORA Y MEDIA! Yo sé que sólo tiene un motorizado, pero no tengo la culpa que todos los demás sean UNA CUERDA DE IRRESPONSABLES que les va a hacer quebrar el negocio. Yo exijo que mi pizza esté aquí en CINCO MINUTOS, que de paso ustedes SABEN que no voy a pagar para nada. ¡Dónde está mi pizza!" Una de las pocas cosas que agradecí de mi época en DHL: aprendí a ser un cliente odioso.

Después del esperado silencio incómodo, la mujer oootra vez me pide mis datos. Se disculpa de una forma "sincera", y me pide que cuando llegue el motorizado la llame. Eso sucedió no cinco minutos después, sino quince. Dos horas después, mi novia y yo finalmente comimos de mal humor una pizza tibia pero gratis. Sólo hice la mitad de mis diligencias. Y juré que sería la última vez que esto me pasaría.


De modo que, señores de Caracas: si ustedes quieren comer pizza desde su oficina, la cual queda en el este de la ciudad, pidan en Papa John's. Son igual de buenas, y en todo este tiempo no he tenido una queja. Domino's sigue siendo mi preferida, pero nunca más vuelvo a pedir entrega de la tienda de La California. No digo esto para que quiebren, sino para que se ponga las pilas y
solucione sus problemas. Si puede vaya y cómprela. O como ya dije, pida a Papa John's.

PERO NO PIDA PIZZA AL DOMINO'S DE LA CALIFORNIA.

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Citas para reflexionar

Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas.

-Bertrand Russell

Procuro ser siempre muy puntual, pues he observado que los defectos de una persona se reflejan muy vivamente en la memoria de quien la espera.
-Nicholas Boileau

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Prestado

Yo rara vez abro las presentaciones de PowerPoint que son tan populares de enviar por ahí. Pero muy de vez en cuando, abro uno que siento que valió la pena. Este fue uno de esos casos. Me pareció tan bueno, que copié su texto y lo pasé para acá. Inmediatamente también lo envié a varios de mis contactos. Pero tiene un mensaje que considero que debe hacerse público. Mucho les agradeceré que lean, comenten, reflexionan, y si se ofenden, les ruego que me disculpen. Pero "el que se pica es porque es y come".

“SE NECESITA MATERIA PRIMA PARA CONSTRUIR UN PAIS”

La creencia general es que Lusinchi no servía, como así tampoco Pérez y Caldera. Hoy se dice que Chávez no sirve, pero, quienquiera que venga después de Chávez, tampoco servirá para nada.

Por eso estoy empezando a sospechar que el problema no está en lo ladrón y corrupto que haya sido Carlos Andrés Pérez, o en lo autocrático que es Chávez.

El problema está en nosotros, nosotros como PUEBLO, nosotros como materia prima de un País. Porque pertenecemos a un país donde la “VIVEZA CRIOLLA" es moneda valorada tanto o más que el dólar.

Un país donde hacerse rico de la noche a la mañana es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo, basada en valores morales y respeto por los demás.

Pertenecemos a un país donde, lamentablemente, los periódicos jamás podrán venderse como se venden en otros países, es decir, poniendo unas cajitas en las aceras donde uno paga por un solo periódico Y SACA UN SOLO PERIÓDICO DEJANDO LOS DEMÁS DONDE ESTÁN.

Pertenecemos un país donde los lugares de trabajo son, entre otras cosas, las papelerías particulares de sus empleados deshonestos que llevan a su casa, como propias, hojas de papel, lapiceras, bolígrafos, lápices, marcadores y todo lo que pueda hacer falta para la tarea de sus hijos.

Pertenecemos a un país donde la gente se siente triunfante si consigue colgarse del cable del vecino y donde la gente “inventa’’ a la hora de llenar sus declaraciones, para pagar menos impuestos, o directamente para no pagarlos.

Pertenecemos a un país donde la impuntualidad es un hábito, donde los directivos de las empresas no generan capital humano, donde las personas tiran basura en las calles y luego reclaman al gobierno porque las calles están sucias o se tapan las alcantarillas, donde no existe la cultura por la lectura y donde no hay conciencia ni memoria política, histórica o económica.

Donde nuestros diputados trabajan dos días al año (y cobran todos los demás como altos ejecutivos) para aprobar una reforma fiscal al vapor, que lo único que hace es hundir al que no tiene, joder al que tiene poco y beneficiar sólo a unos pocos.

Pertenecemos a un país donde las licencias de conducir y los certificados médicos se pueden "comprar", sin hacer ningún examen.

Un país donde puede subir una persona de edad avanzada, una mujer con un niño en brazos, o algún minusválido y la persona que viene sentada en el asiento especial para estas personas se hace la dormida para no dárselo y si alguien le reclama se levantará pero para dar un golpe o decir una mala palabra.

Un país en el cual la prioridad de paso es para los chóferes y no para el peatón. Un país donde su gente está llena de faltas, a las que ignora, pero que disfruta criticando a sus gobernantes.

Mientras más le diga rata a Pérez, mejor soy yo como persona, pese a que apenas ayer me consiguieron todas las preguntas del examen de matemáticas de mañana.

Mientras más le diga autócrata a Chávez, mejor soy yo como Venezolano, a pesar de que apenas esta mañana estafé a mi cliente a través de un fraude, lo que me ayudó a pagar algunas deudas.

No, No, No. ¡¡¡YA BASTA!!!

Como “Materia Prima” para un país serio, tenemos muchas cosas buenas, pero nos falta muchísimo para ser los hombres y mujeres que nuestro País realmente necesita.

Esos defectos, esa alardeada “VIVEZA CRIOLLA" congénita, esa deshonestidad en pequeña escala que después crece y evoluciona hasta convertirse en casos de escándalo, esa falta de calidad humana, más que Lusinchi, Pérez, Caldera o Chávez, es lo que nos tiene real y francamente mal, porque éstos no han sido ni más ni menos que nuestros presidentes, óigase y entiéndase bien, NUESTROS PRESIDENTES, nacidos aquí y no en otra parte.

Lo siento. Porque, aunque Chávez renunciara hoy mismo, el próximo presidente que lo suceda tendrá que seguir trabajando con la misma materia prima defectuosa que, como pueblo, somos nosotros mismos. Y no podrá hacer nada.

No tengo ninguna garantía de que alguien lo pueda hacer mejor, pero mientras nadie señale un camino destinado a erradicar primero los vicios que tenemos como pueblo, nadie servirá.

No sirvió Lusinchi, ni Pérez, ni Caldera, no sirve Chávez, ni servirá el que venga. ¿O qué?...

¿Es que necesitamos traer a un dictador, para que nos haga cumplir la ley por la fuerza y a los palos?

Aquí hace falta otra cosa, algo más que “cacerolazos” o “marchas”. Y mientras esa "otra cosa" no empiece a surgir desde abajo hacia arriba, o desde arriba hacia abajo, o del centro para los lados, o como quieran, seguiremos igualmente condenados, igualmente estancados... igualmente sumergidos!!!

Es muy bueno ser venezolano. Pero cuando esa Venezolaneidad autóctona empieza a hacerle daño a nuestras posibilidades de desarrollo como Nación, ahí la cosa cambia...

No esperemos a prenderle una velita a todos los Santos, a ver si nos manda un Mesías. Si nosotros tenemos que cambiar, un presidente diferente, con los mismos Venezolanos, no se podrá hacer nada.

Está muy claro... Somos nosotros los que tenemos que cambiar.

Ahora, después de este mensaje, francamente he decidido buscar al responsable, no para castigarlo, sino para exigirle (sí, exigirle) que mejore su comportamiento y que no se haga el que no oye, el que no entiende.

Sí, he decidido buscar al responsable...

ESTOY SEGURO QUE LO ENCONTRARÉ...
APENAS ME MIRE EN EL ESPEJO.

Ahí estará, NO NECESITO BUSCARLO EN OTRO LADO.

Y TÚ, ¿que piensas?......

¡¡¡¡¡REFLEXIONA CARAJO!!!!!


Por mi parte, si logro que UNA persona que haya leído este post medio cambie su actitud, ya seré feliz.

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Mucho más que RCTV

Hoy es un día histórico, pero no en el sentido que lo anunció nuestro "ilustre" canciller, NIcolás Maduro, en entrevista a CNN En Español. Hoy el país amaneció sin el canal más antiguo del espectro. Síp... el ejecutivo cumplió: ayer salió del aire la señal de Radio Caracas Televisión, después de 53 años y 6 meses.

Ese cierre fue anunciado el 28 de diciembre de 2006, por un Presidente recién reelecto que saludaba a las tropas, vestido como estaba de uniforme militar. Anunció que pronto cerraría ese canal "golpitsa", sin dar otro alegato sino que se le vencía la concesión. Aún si fuere cierto, no dio ningún alegato legal para no renovársela. Si no me lo creen, apenas el sábado 26 esa concesión fue renovada al prinicpal competidor de RCTV, Venevisión, y a la televisora estatal, Venezolana de Televisión.

Después de lo anunciado por el ocupante de Miraflores, empezaron las excusas de los ministros. Que si violaba la Ley de Responsabilidad Social de Radio y Televisión, por dar contenido violento y degradante. Que incitaba a la violencia contra el gobierno. Que no representaba al pueblo venezolano. Bullshit, muchachos. Si revisaran lo que sale en Venevisión, vieran que la programación (hasta hace dos años más o menos) no era muy distinta a la RCTV. Y la violencia que promulgan los invitados y el conductor de al menos un programa en VTV (Mario Silva) es mucho mayor que cualquier cosa que RCTV haya podido hacer. No nos confundamos hijos: esto es un caso de retaliación política, pura y sencilla.

¿Por qué lo digo? Porque aparte de Globovisión (el equivalente a CNN acá en Venezuela), RCTV era el único canal que se mantenía 100% crítico al gobierno. Quizá en algunos momentos exageraba su pasión, pero mostraba lo que pasaba. Todos los otros canales simplemente lanzaban lisonjas, como si este gobierno fuera infalible. No les digo que hacía sólo cosas malas (aunque las que hace SON malas), nada que ver, ha hecho cosas muy buenas, se lo reconozco. Pero RCTV y Globovisión se mantenían independientes a sus influencias, y sus reporteros no tenían miedo de hacer las preguntas duras.

Y el caso puro y simple es, suponiendo que a mí me de la gana de ver un canal que critique al gobierno, ¿quién me dice a mí que no puedo hacerlo? Y si a mí alguien me dice que quiero ver nada más noticias, ¿por qué rayos no puedo? Yo rara vez veía RCTV, lo admito, yo siempre he sido más de ver cable. Pero si a mí me daba la gana de ver RCTV, ahí estaba, esperándome. Me recibió incluso una vez cuando concursé en Quién Quiere Ser Millonario. Y cuando fui en estos días a entrevistar a una de sus empleadas más antiguas, en asignación para el periódico que trabajo, se sentía la fraternidad entre las personas que trabajaban allí. Lo importante aquí no es si se cierra un canal o no, que ya es grave, que de por sí acepto que soy minoría, pues la penetración del cable aquí es mínima. Lo importante es que ahora tenemos menos de dónde escoger, que poco a poco se nos está obligando a ver lo que se nos dice que veamos.

Maduro dijo que ayer se presenciaba "el fin de la dictadura mediática". Más allá de que si estoy de acuerdo o no (que no lo estoy), más me preocupa otra posible dictadura que pueda empezar ahora. Que Dios nos agarre confesados.


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¿Mediocridad? ¿Falta de impulso? ¿Otra cosa? Adiós a Loscher (I)

NOTA: los términos con los que estoy hablando de ciertas personas en este post son absolutamente generalizados y no se refieren ni a una persona en especial ni a la sociedad venezolana como un todo. De modo que, si ofendo a alguien con lo que escribo aquí, les pido mis más sinceras disculpas.

Seth Meurer, un compañero estadounidense mío en el instituto de inglés donde trabajo, sabiendo que había renunciado, dijo algo que obviamente fue broma pero igual de cierta forma me conmovió de cierta manera: "Wow... the age of Jack is coming to an end..." ("la era de Jack --así me dicen-- está terminando).

Más allá de las implicaciones que podía haber para mi ego --tampoco creo que mi partida dará un golpe devastador del que nadie se recuperará, ni alumnos ni instituto--, el comentario de Seth sí me puso a contemplar si en estos seis años contribuí a hacer alguna diferencia en el noble Loscher Ebbinghaus del Centro Seguros La Paz de La California Norte. ¿Logré influir en alguien como para que se tomara esto más en serio? ¿Logré impulsar a alguien a que fuera auténticamente bilingüe? ¿Logré... algo?

¿La respuesta corta? No.

Mi padre tiene un dicho: "eres como japonés en huelga." Los amigos del País del Sol Naciente son legendarios por su entrega al trabajo. Es prácticamente enfermizo, hasta el punto que están tan pendientes de su trabajo en equipo que ya no tienen ninguna individualidad (una tendencia que está, afortunadamente para ellos, cambiando poco a poco en este mundo global). Pues bien, los japoneses tienen la costumbre de que en tu trabajo siempre debes hacer un poco más de lo que conoces son tus objetivos. Un pequeño ejemplo: los japoneses siempre están en su oficina diez minutos antes de la hora, y se van diez minutos después. Si un cliente pide un estimado de cuáles serán sus ganancias para un semestre, el encargado hará la proyección de ocho meses o un año. Bien, cuando los japoneses están tan descontentos con sus condiciones laborales que deciden ir a huelga, lo que hacen es llegar a la hora en punto e irse a la hora en punto. Hacen estrictamente lo que les mandan a hacer, ni un poquito más (aunque ciertamente tampoco un poco menos). Y eso trastorna a la alta gerencia, pues los nieveles de productividad de la empres comienzan a bajar. Es raro cuando se llega al punto de ausencia del puesto. Ya cuando llega ese día que los empleados no van a trabajar, es que están realmente arrechos.

¿Mi punto? Somos una sociedad ciertamente distinta que los japoneses: dedicados mucho a nuestra familia, más relajados, ciertamente responsables... pero somos muchgo más individualistas, casi al punto del egoísmo, y no vemos la necesidad de hacer sino lo estrictamente necesario. Y en gran medida, somos conformistas. ¿Quién inventó aquello de "10 es nota y lo demás es lujo"? Y no hace falta que mencione la bien sabida "viveza criolla": si se puede lograr algo doblando (cuando no rompiendo) las reglas, así no haga falta porque se tienen todos los recursos y capacidades para lograr los objetivos legalmente, se hace. Sólo porque se puede. ¿Recuerdan "la mano de Dios"? (Porsia, es el controversial gol de Diego Armando Maradona en el partido de Argentina vs. Inglaterra en el Munidal de Fútbol EE.UU. 1984. Mucho tiempo después, se descubrió que en efecto había sido con la mano.)

Claro, por otro lado, estamos viviendo en una sociedad que nos hace afines a vivir en una selva, donde sólo los fuertes sobreviven. Los que se concentran en un área pierden oportunidades en otra. Si me concentro demasiado en mi trabajo, no podré disfrutar mucho con mi familia y/o amigos; si me enfoco demasiado en mi vida personal, las oportunidades de crecer en mi trabajo pueden ser menores y más raras. Es muy difícil tener un trabajo, sacar un postgrado, dedicarse a una familia, hacer un curso de (inserte usted aquí) y triunfar en todos. "El que asa dos conejos a la vez quema uno", dice el adagio. (Estoy peor que Luis Herrera con los refranes, hoy...)

Así que, ¿lo que vi en Loscher fueron ejemplos de mediocridad o fui partícipe de una actividad que está muy bajo en las prioridades de la gente? Recuerdo a mediados del año pasado le di clases a un grupo de nivel 8 (el curso completo tienen 32 niveles en la frecuencia de martes a jueves, 12 de nivel general y 20 de conversación) a los que yo les había dado en nivel 1. Estuve absolutamente desilusionado de descubrir que hacían las mismas preguntas, tenían las mismas dudas y cometían los mismos errores que cuando les di clase la primera vez. Este sábado les di clase a un nivel 23. ¿Bastante avanzado verdad? Uno esperaría que fueran casi perfectamente bilingües, ¿verdad? Bullshit. Hablan, ciertamente, y se defienden bien, pero no más que un grupo nivel 13 (primer nivel de conversación). Y no importa cuánto alerte a los cursos que los exámenes son difíciles, que si no estudian rasparán, es inútil; los que yo sé que saldrán mal, salen peor.

En los grupos prinicpalmente compuestos por adolescentes, se entiende aunque no se excusa. Están allí obligados, o no han recibido la disciplina de estudio requerida o simplemente no la aplican. Pero, ¿y los adultos? Tengo un grupo de ocho mujeres (promedio de edad: 25 años)que se extrañan cuando no se les dan cursos completos. Supongo que no se han fijado en el bochinche casi permanente que tienen en las clases. ¿Y creen que es aquí nada más? Un amigo me cuenta que un profesor de posgrado dice que los alumnos allí --todos profesionales-- son muchas veces más indisciplinados que los alumnos de pregado. El "no tengo tiempo" es como un lema de vida. En este caso, una tercera razón podría ser que no saben cuánto se les exigirá en estas lides y creen que podrán manejarlo todo. Pero aquí yo pregunto: una vez que estás montado en el burro, ¿tienes una alterenativa que nos ea arrearlo? (Y dale...)

Cada vez que me tocan este tema, yo tengo una tendencia a molestarme, lo admito. Es porque me preocupa de sobremanera la sociedad en que vivo. Demasiado he oido que para qué molestarse, los que salen perdiendo son ellos; yo me tengo que concentrar en hacer lo mejor que mejor que pueda. Yo estoy en desacuerdo. Si esta mentalidad persiste, perdemos todos como sociedad, pues seguiremos chocando con una barrera que nos impide avanzar como país, como sociedad. Esta actitud mía es un esfuerzo para que avancemos un poco más. En Loscher no lo logré; espero hacerlo en el Correo del Ávila.

Yo de aquí no me voy.

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SEGUID EL EJEMPLO QUE PERÚ DIO

Alan García ha pasado a ser mi nuevo héroe. En serio. El ejemplo que el hombre está dando es único en nuestro continente. El jueves de la semana pasada, el presidente de Perú hizo algo que todos los países del hemisferio deberían seguir: inició una campaña por la puntualidad.

¿Pueden imaginarse un movimiento más valiente en este, el continente de "dame cinco minutos"?

A las 12 en punto del mediodia del 1º de marzo pasado, García hizo sonar una campana. Igual hicieron las campanas de las catedrales. También sonaron las sirenas de los carros de la policía y los bomberos. Todo el mundo a sincronizar la hora. Y lo que dijo García juro que estaba que me hacía llorar: ''Ser puntual es respetar al prójimo... Terminar con la impuntualidad significa también engrandecer a la patria. Cuando perdemos tiempo hacemos perder tiempo al Perú." Dios, es tan hermoso... dénme un segundo...

(snif)

Ok, ya volví.

Por lo visto, por esos lados la impuntualidad es una cosa seria. El ex-presidente Alejandro Toledo llegaba hasta dos horas tarde a cualquier evento. ¿Se imaginan esa pena? ¿Tener dos horas a personalidades importantes esperando como idiotas? Y te aseguro que el hombre llegaba diciendo. "Caramba señores, cuánto lo siento... saben, el tráfico..."

Entonces, ¿qué se podía esperar del resto del país? Llegan tarde a todo. ¿Quieres que lleguen a las 9:00? Por tu bien, diles que esté ahí a las 7. Y nadie le para. Ni en el trabajo, ni en una cita, por Dios, seguro que ni los médicos.

La semana pasada, le celebramos el cumpleaños a la prima de mi novia en El Picoteo. Yo era el encargado de escoltar tanto a ella como a la homenajeada al sitio, y me dicen que esté allá como a las 9. De repente, la señorita en cuestión viene con una cara de preocupación. Mi hermosa pareja alistábase para salir, y yo estaba sentado en la sala con el cuñado de ella.

--¿Que pasa prima?-- pregunto yo, empavando las futuras relaciones.

--Que una amiga mía ya está allá--, contesta.

--¡Berro! ¿Y a qué hora le dijiste?

--Entre 9 y 10. Y yo quería estar allá para recibir a la gente...

Chequeo mi reloj. Son las 9:35. Ella está relativamente lista, pero recuerdo la hora en que me dijeron que llegara. ¿Qué hay de malo en esta historia?

--Peo ya va, ¿y entonces por qué no me dijiste que estuviera aquí antes?

--¿Y qué iba a saber yo que ella iba a llegar ahorita?

Perplejo, insistí un poco más. --Amiguita, ¿no le dijiste que estuviera entre 9 y 10? Son las 9:30, es entre 9 y 10.

--¡Sí, pero yo no sabía que era una fiebrúa que iba a llegar ahorita! ¡Yo creía que iba a llegar a las 10 y pico!

Asi es el latino, venezolano incluido. No sólo es impuntual, sino que espera que los demás lo sean. Y cuando somos puntuales, somo llamados "fiebrúos" o algún otro calificativo en un intento de hacernos sentir extraterrestres o anormales. Y todo el mundo cae en eso: desde la mujer que le dice al novio o al amigo "dame cinco minutos", para bajar en quince, o el chamo que llega media hora despues que empezó la clase, hasta el jefe que cita a todos para las 10 para él llegar a las 10:30, o un Presidente que hace esperar a todo el mundo una hora. O más.

Gente métanselo en la cabeza: llegar a tiempo es respetar a los demás. El tiempo no es suyo solo. También el otro tiene vainas que hacer después de la cita con ustedes. O tiene algo planificado para ese momento. O es tan importante como tú y a tí no te gusta esperar. Por impuntualidad se pierden negocios, se pierden relaciones, se pierde dinero, se pierde RESPETO, coño. Yo nunca dejaré de formarle peo a la gente por llegar tarde. Doy gracias a Dios que mi actual pareja jamás me ha hecho esperar para salir. Igual las dos anteriores. Como debe ser. ¿Qué les cuesta, pregunto yo?


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Rumsfeld

Para que no crean que me meto con Chávez nada más... Me da un "dolor" que haya "renunciado"...

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¿Qué culpa tenían?

Ayer fue un día de caos en Caracas. Muy justificado. Yo soporté mi cola con resignada paciencia, sin importar el abrasante calor o el hecho de llegar tarde al trabajo. Nada que yo sintiera se comparaba con el dolor que podía sentir la familia Faddoul, por la pérdida de sus tres hijos, y la familia de su chofer, el señor Miguel Rivas.

A la altura de la Francisco de Miranda, por Los Ruices (zona del este de la ciudad donde trabajo, para aquellos que leen esto de afuera), vi una madre riendo con su bebé de cuatro años en los brazos. No les voy a decir que los miré y reventé en llanto; eso no sería justo ni para mí ni para los pobres muchachos. Pero sí sentí una pequeña tristeza. ¿Quién puede ahora asegurarle a esa madre que su hijo llegará a la pubertad? ¿Qué seguridad tiene que cuando sea mayor y salga a divertirse con sus amigos regresará a su casa?

No es momento de echar culpas, pero sí de apuntar responsabilidades. La gente del gobierno encargada de la seguridad de nuestra ciudad y nuestro país no han logrado grandes avances. Hay cada día mayor inseguridad en las calles, cada día peor trato de los policías a los ciudadanos, cada día menos ganas de salir de noche adonde sea. Si uno no se para en un alcabala de policías corre el riesgo de que le disparen, si se para también. Señor Ministro del Interior, señor Director de la Policía Metropolitana, señor Alcalde Mayor, ustedes no han cumplido su trabajo con la cabalidad que merece la situación. No sé si renunciando solucionarán algo, pero, ¿no creen que deberían siquiera pensarlo? Y les digo, esto no es un asunto ni partidista ni político; es un asunto de ESTADO, que es la unión de territorio, ciudadanos y leyes. El que se ande con politiquerías a estas alturas es tan malo como el indiferente.

Quiero escribirle ahora a los tres grupos que se verán afectados más directamente por este triste hecho: los ciudadanos, los jóvenes y las madres.

JÓVENES:

Nunca van a entender completamente a los padres hasta que ustedes lo sean. Pero piensen en una vez que dejaron a su novia estudiando en casa de una amiga, y estalla alguna sitaución anormal en la ciudad. Piensen en el 11 de abril de 2002, por ejemplo. Ustedes viven en San Bernardino, y su novia está en Manzanares. Las calles están bloqueadas, y los papás de su novia están de viaje. Como todo el mundo está llamando para saber que los suyos están bien, las líneas colapsan. Son las nueve de la noche, y no has sabido nada de ella desde las dos de la tarde, cuando hablaron por última vez. ¿Cómo te sientes?

Ahora duplícalo. Eso es lo que debe sentir tu viejo cuando te desapareces de rumba toda la noche. Quintuplícalo, y luego por diez, y eso es lo que siente tu mamá cuando dices que ibas a casa de alguien pero te lanzas a la playa.

Quizá no deba escribir esto, pues no sólo no soy padre, sino que he cometido las clásicas locuras de chamo. Siempre me he perdido sin avisar en la casa, o simplemente aviso que me voy a perder, angustiándolos igual. Pero no es sino ahora, que ya pasé de los treinta, que veo a tantos de ustedes que tienen una relación muy dura con sus padres, que entiendo que los míos no son padres estándar. De modo que, si ustedes son de los que realmente hablan con sus padres, salen con ellos, se las llevan bien con ellos, traten de entender que ustedes para ellos son lo más grande, lo único que realmente importa, lo único que tienen para cuidar aparte de sí mismos. De modo que, cuando salgas a rumbear --porque la idea no es vivir hacinados en la casa esperando a podrirnos de la ladilla--, toma tus precauciones sobre dónde vas a ir, cómo vas a llegar allá y de qué forma te vas a regresar, o dónde te vas a quedar. Por tu seguridad, y la tranquilidad de los viejos.

MADRES:

¿Cómo decirle algo a una madre? Habrá un día en que le dedique algo a la mía en estas páginas, pero mientras tanto, tengo que emoezar por decirle a cualquier madre que lea esto que mi corazón está con ellas. Si han leído la carta que la señora Faddoul le escribió a los secuestradores de Bryan, Kevin y Jason, saben que nadie sufre con algo que le pase a unos muhachos como lo que sufre su madre. Nadie. Por eso es que a veces entiendo a la mía, cuando aún a mis 34 años, insiste a veces en protegerme como a un niño.

Pero también por amor se lastima. Una madre necesita dejar que los hijos dejen el nido. Es lo más difícil para ellas, cierto, pero es algo que deben hacer. Entre más lo extiendan, peor será para todos. Ustedes los prepararon para este mundo duro y cruel, hicieron todo lo que pudieron. Déjenlos volar, y sepan que Dios estará con ellos. No importa lo que les suceda, Dios estará con ellos. Y a la señora Faddoul: sus tres ángeles están con Él ahora. No es donde debían estar, pero sepan que están con Él. No hay forma de consolarla, de modo que no diré más.

CIUDADANOS:

Ayer, cuando estaban convocando a marchar desde mi universidad, me contaron que hubo uno --nunca falta-- que le dijo a una de mis compañeras: "¿Para qué voy a marchar, si yo no conocía a esos chamos?" ¿Estás seguro? Dime, ¿tú no tienes amigos? ¿Hermanos? Te puedo asegurar, amigo, sí que los conoces. Ellos son cualquiera que salga a la calle a estudiar, trabajar o divertirse. Ellos pueden ser tú, hijo.

¿Les da rabia que haya una persona que piense así? Pues sepan esto, somos nosotros los que tenemos la culpa. Esta generación ha salido pensando que si a nosotros no nos salpica, no hay por qué preocuparse. Somos la generación que se tomó el paro como unas vacaciones, que en lo que terminó y abrieron el Sambil salieron en tropel a vaciarlo. Somos los que salieron a marchar e hicieron una fiesta de ellas, pensando que con las marchas bastaban. Somos la generación que cree que va a aparecer un Mesías de la nada y nos va a solucionar esto, porque por lo visto no queremos votar para que surja uno de la calle. Somos la generación que heredó de la anterior la viveza, el aplique de la ley de mínimo esfuerzo, el "diez es nota y lo demás es lujo". Y digo somos, porque no voy a librarme de la culpa. Y para aquellos que me dicen que es imposible cambiar a la gente, les pregunto: ¿acaso lo has intentado?

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